La Rama Dorada by James George Frazer

La Rama Dorada by James George Frazer

Author:James George Frazer
Language: es
Format: mobi
Published: 2011-05-18T22:00:00+00:00


CAPÍTULO XXXIX

EL RITUAL DE OSIRIS

1. LOS RITOS POPULARES

Una pista muy útil para averiguar la naturaleza originaria de un dios o diosa la suministra con frecuencia la estación del año en que se celebra su conmemoración. Así, si el festival lo tenían en luna nueva o luna llena, se tendrá una cierta presunción de que la deidad así venerada era la propia luna llena o, por lo menos, de que tenían afinidades lunares. Si se celebraba la fiesta en el solsticio vernal o hiemal, naturalmente conjeturaremos que el dios es el sol o que, al menos, tenía estrecha relación con el luminar. Y si el festival coincide con el tiempo de siembra o de siega, nos inclinaremos a deducir que la divinidad es una personificación de la tierra o del grano. Estas presunciones o inferencias, tomadas por sí mismas, no son, desde luego, concluyentes, mas si acontece que se confirman por otras indicaciones, la prueba puede considerarse en cierto modo como suficiente.

Por desgracia, al ocuparnos de los dioses egipcios nos encontramos imposibilitados en gran medida para hacer uso de este criterio. La razón no es que las fechas de las fiestas nos sean desconocidas siempre, sino que cambiaban de año a año, hasta que, después de un gran período, volvían a las mismas habiendo pasado por todas las estaciones. Esta revolución gradual del ciclo festival egipcio resultó del empleo de un calendario anual que no correspondía exactamente al año solar ni se corregía periódicamente con intercalaciones.

Si el labrador egipcio de los tiempos antiguos no tenía la ayuda del calendario oficial o sacerdotal, salvo a raros intervalos, debió verse obligado a observar por sí mismo las señales naturales que marcaban la época para los trabajos agrícolas diversos. Desde los tiempos más antiguos que nosotros podemos conocer, los egipcios fueron un pueblo de agricultores, dependiendo su subsistencia del cultivo de los granos; los cereales que cultivaron fueron el trigo, la cebada y al parecer el sorgo (Holcus sorghum, Linneo), el dura de los fellahs modernos. Entonces, como ahora, a excepción de una zona costera mediterránea, el país en la mayoría de las veces no tenía lluvias, debiendo su fertilidad inmensa en absoluto a la inundación anual del Nilo, la que, regulada por un complicado sistema de canales, era distribuida por los campos, renovando el suelo año tras año con el nuevo sedimento de barro acarreado de los grandes lagos ecuatoriales y de las montañas de Abisinia. Por eso la inundación se ha esperado siempre con la mayor ansiedad, pues si baja o excede de cierta altura, el hambre y la escasez son sus inevitables consecuencias. Las aguas comienzan a crecer a primeros de junio, pero es hacia la segunda mitad de julio cuando engrosan en una poderosa crecida. A finales de septiembre está la inundación en su máxima altura. El país así sumergido presenta una apariencia de un mar de agua turbia, en el que se elevan, como islas, las ciudades y aldeas edificadas sobre los altos del terreno. Casi cerca de un



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